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Estos dos tenían un feudo de hace más de 5 años, y esta es su lucha culmine. He leído varias versiones de esto, una más romántica de que fue algo preparado por años y salió excelente, y otra que dice que esto fue una lucha desesperada para intentar hacer que el público volviera a las arenas como antaño. Mi experiencia con la lucha mexicana en la era contemporánea, me hace inclinarme a creer lo segundo, en México hoy en día hay como 80 “dream matches” de apuestas que se podrían hacer, y todos podríamos decir que fueron preparados por años, y tienen dinastías y familias involucradas (como Caras y Rayo), pero el Consejo sólo lanza una de esas cartas cuando están desesperados, como Último Guerrero vs Atlantis. En fin, el asunto es que esta lucha es la André vs Hogan de la lucha mexicana, o la Ariki vs Rikishi si tomamos un ejemplo local, y no se me ocurre ejemplo Asiático (Inoki vs Ali?). Y como suele ocurrir, no es una gran lucha, no son los mejores luchadores, pero el ambiente lo es todo. De hecho el post-match es mucho mejor que la lucha. El combate en sí, es bastante simple, ninguno de los dos es un gran luchador, pero supieron manejar al público que sobrepasó la capacidad de la Arena México (que se supone hasta ocasionó que algunas gradas se rompieran, pero es imposible verificar aquello), para dar un espectáculo visual notable, gracias a pequeños grandes detalles, como que el inicio de la lucha fue Cien Caras destruyéndole una guitarra en la cabeza a Rayo durante su entrada. La gente odió esto, y más encima el árbitro empezó a hacer el conteo, lo que fue aún más indignante, Rayo subió a duras penas sólo para recibir una llave de parte de Cien Caras y rendirse. Podría decir que esto tuvo lógica porque la ofensiva de Rayo se basaba en cabezazos, pero al diablo con ella, en la segunda caída Rayo se recupera y ataca con puros cabezazos y de hecho gana con su lluvia de cabezazos que es uno de los finishers que siento que es más imposible de hacer ver creíble en la historia. La tercera caída no sigue ninguna conexión con las otras dos, salvo que Caras esquiva un intento de lluvia de cabezazos de parte de Rayo, pero el resto es una serie de coberturas y conteos de 2 con un público al borde del infarto. Hasta el conteo de 3 en que gana Rayo sentí que salió un poco de la nada, de hecho el público se demoró en reaccionar. No sé como sentirme respecto a la lucha, ya que no tiene mucha gracia ni la urgencia (más allá del guitarrazo) de un duelo de máscaras, pero el ambiente la hace sentir como si fuera increíble. El post-match al menos, sin duda lo es, Cien Caras no quiere quitarse la máscara y Rayo lo intenta obligar a puñetazos un par de veces, mientras que el ring está lleno de camarógrafos que huyen despavoridos salvando sus vidas, pero no tienen a donde ir, porque la gente (que por cierto, empezó a arrojar objetos), tiene todo repleto hasta el borde del ring. Sinceramente no sé como nadie murió en esto. De hecho, luego de quitarse la máscara, Cien Caras salió enojado entre el público, sin ningún tipo de seguridad visible. No sé cómo diablos llegó vivo a su casa. Una de las luchas más importantes de todos los tiempos, sin duda, pero difícilmente recordada por la acción involucrada, sin embargo el guitarrazo y Caras negándose a quitarse la tapa son momentos que quedan por siempre.
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