Black ha tenido un año genial en WWE, siendo sincero, siento que su performance mejoró exponencialmente desde que está en la ‘E, no es que no me gustara en las indies, pero nunca me llamó tanto la atención, ahora espero sus luchas con ansias. Esta era una prueba interesante, ya que estaba contra un luchador nuevo del que se sabe poco, y el resultado fue una muestra de violencia descriteriada con un trabajo de personaje excepcional. Por años en WWE siempre han intentado hacer que un personaje se traspase a su forma de luchar, ya sea Goldust o el Undertaker, no obstante siento que es un arte que tarda años en perfeccionarse, o díganme si las primeras luchas de Goldust y Taker no se veían ridículas. Velveteen lució como si hubiese trabajado este personaje por los siglos de los siglos, no soy expero en el tema, pero ver a Dream me hizo sentir que las Drag Queens pueden ser el nuevo Punk. El loco es increíblemente perturbador seduciendo a Black, la gente no sabe si debe reir o espantarse, en ese sentido su performance es brutalmente mejor que la de Bray Wyatt. Black, enfurecido y desesperado por todo esto, hizo lo lógico que anticipaba el feudo: le sacó la chucha. Le pegó sin piedad, lo masacró, y Dream, al borde del colapso, siguió seduciendo a Black aunque haya sido sufriendo. Black se confía y empieza a celebrar y dejar más espacios lo que permitió a Dream darle patadas de vuelta, y la impresión de Black y el público fue mutua ya que nadie sabía que Velveteen pegaba así de fuerte. Esto nos llevó a una secuencia final de dos tipos intentando noquearse, con conteos de dos emocionantes y un final absolutamente satisfactorio (salvo por las cámaras que no lo captaron bien), y Black victorioso al fin dándole en el gusto a Dream, y diciendo su nombre. Una obra de arte.
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