Quizá estoy pecando de ser muy fan de Nakamura, pero amé esto y siento que Styles recuperó algo de la magia que había perdido. Las Last Man Standing siempre son luchas complicadas de seguir, es raro, siento que en general han habido luchas correctas o entretenidas, pero es una estipulación que me desagrada. Esto porque siento que “fuerza” a los luchadores a hacer una lucha movida grande tras movida grande, sin nada de historia/sicología, y además los conteos de 10 la hacen sentir más lenta y en WWE las fuerzas a ser épicas de como mil horas y resulta una mala suma de factores. En este caso fueron por la épica, sin embargo, no se sintió una lucha de tirar movidas, sino que fueron por un camino más indy como una búsqueda de noquear al otro desesperadamente, quizá no al nivel efectivo al hueso que sería una lucha tipo MMA como en el Bloodsport de Matt Riddle, pero sí tuvimos a un Nakamura desquiciado tratando de noquear a Styles sin darle respiro alguno, forzando una lucha terriblemente dura en el ringside y llevando a niveles de violencia física ridículos. El rodillazo sobre las mesas fue un detalle notable. Me encantó que la forma de contraatacar de Styles fuera atacando la rodilla de Nakamura, y tuviésemos un flashback a su lucha en NJPW con la historia de Nakamura atacando a pesar del dolor pero fallando miserablemente y llevándolo a su derrota de hecho, luego de tres impactos brutales en el único momento que sentí que la lucha se volvió “movida tras movida” pero luego de media hora parecía lógico ver a un Styles desesperado intentando atacar con una movida más espectacular que la anterior. También me gustó que referenciaron el foul al final de la lucha, si bien era muy anunciado, lo hicieron en un momento que ya estaba algo olvidado y se sintió sorpresivo. Excelente lucha para un feudo que me gustó mucho, aunque se siente esa espinita de que pudieron haberle dado más protagonismo.
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