Ranking Meltzer: ****1/4
Una de las luchas más olvidadas o poco comentadas del 2016, este combate merece mucho más atención. Desde que salió del Shield, Ambrose intentó luchar (o fue bookeado) como el mismo loco poco ortodoxo de su team pero en luchas 1 vs 1, donde su estrategia no tiene mucho sentido, ya que no necesariamente todas las luchas que tenga van a tender al caos, lo que creo que lo ha hecho un poco de altos y bajos en sus combates. El Ambrose que se vio aquí es el que creo que debe aparecer siempre, y el que más le acomoda en un mundo fuera del Shield. Y es que Ambrose, antes de WWE, estaba atrincherado en un luchador hardcore horrible como lo era Jon Moxley hasta que se cruzó con Jimmy Jacobs y Bryan Danielson y lo hicieron darle drama a la violencia y tener luchas realmente buenas. En FCW nos sorprendió lo bueno que era al ras de la lona y vendiendo castigo un tipo que sólo parecía a destinado a ver como le rebanaban la frente con cuchillos en arenas semi-vacías. La gracia de Ambrose en WWE es que demostró que sin hardcore de por medio era un gran luchador, y por algún motivo, WWE decidió devolverlo a ese rol, a una especie de Mick Foley de esta era. Sin embargo, creo que donde Ambrose más ha destacado en WWE es en luchas como esta, en particular en esta que más que una lucha dentro del ring, más que una lucha al ras de la lona, fue una lucha vieja escuela.
Triple H es un villano clásico, más musculoso, fornido, viejo, enojado y tramposo, contra un técnico que sale vestido igual que el público, se burla del rudo, le copia los gestos, lo escupe, etc. y la gente lo ama. Además, esta lucha era la última opción de que Triple H no llegara de campeón a Wrestlemania, y de ver una soñada lucha de ex Shield en el evento más importante del año. Ese plan era imposible, todos lo sabíamos, pero Triple H y Ambrose nos hicieron creer por una noche que así sería, incluso con una cuenta de dos con Ambrose con los pies bajo la cuerda, que tuvo que hacer rectificar al árbitro, y regresar del orgasmo al público en vivo, más encima después de ese momento Triple H intentó ganar ayudándose de las cuerdas en la cobertura en una de las jugadas más heel que he visto en la vida, y en lo que habría sido un trolleo monumental. La lucha se baso en la sorpesa de Triple H viendo como Ambrose podía luchar en su terreno, y como éste finalmente cedió a la tentación de intentar derrotar a Triple H usando su lucha violenta, y pecó de exceso de confianza arriesgando mucho, al punto que un error le costó la derrota, cuando falló el codazo en la mesa de transmisión. Luego Triple H ganaría con el Pedigree apenas Ambrose lograse arrastrarse de vuelta al ring, pero en el camino tuvo que sobrevivir al Dirty Deeds, al Sharpshooter, y al Ambrose más luchador que se veía en un buen tiempo en WWE. Por una noche, Ambrose y Triple H nos hicieron volver a mediados de los 90 dentro del ring, y fuera de éste nos hicieron creer que los milagros podían ocurrir, pero estamos en WWE, y lo que manda es lo mejor para los negocios.
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